lunes, 28 de julio de 2008

Romance de la muerte del General Martín Güemes


Tiene el romance elementos suficientes para expresar los sentimientos más delicados de la lírica y los arranques de la épica. El octosílabo parece concebido para contener en forma precisa la expresión de la idea con sus requisitos esenciales, desprovista de adornos superfluos. Su rima sencilla y mnemónica hace de él un instrumento ágil para la realización poética, a la vez que permite retenerlo sin esfuerzo; por ello, lo encontramos lo mismo en los medios populares y en las esferas del señorío intelectual.

El romance sirvió en literatura española para conservar y trasmitir las hazañas del MÍO CID, las luchas con los moros durante la Reconquista española, las discordias de la guerra civil entre los nobles; vibra en los motivos gitanos con GARCÍA LORCA y no lo desdeña el empaque de UNAMUNO.

En este género y con verso fácil, GUSTAVO SARRÍA, cordobés y universitario de La Docta, nos relata en forma idealizada, la muerte del guerrero salteño. Es un romance lírico-épico sencillo pero pleno de emoción y de belleza. Se percibe en su poesía el manejo de la rima y la medida en una realización sin esfuerzo.

El campo del Chamical, la sierra de los Yacones, la selva de los valles calchaquíes donde se hiciera la GUERRA GAUCHA, es el medio en que se realiza la acción; divisiones sociales, núcleos políticos, influencias de “godos”, fueron la causa de la agresión y la circunstancia determinante de la muerte; y después de la herida – a lo narrativo de la composición sucede la lírica – la eclosión de sus sentimientos a la esposa i al terruño, la angustia de los hombres que lucharon a su lado; y se une a ello la nota épica, la hora de los recuerdos de su vida de guerrero y de caudillo, sus soldados, sus dragones, sus adictos capitanes a quienes les toma juramento de seguir luchando por la causa de la libertad y la soberanía.

Es un romance sencillo pero lleno de emoción, de sentimiento y de inspiración, en el que se respira un fuerte hálito de la tierra.

Bendita la hora en que los poetas jóvenes ponen la mano sobre el corazón del país para sentirlo latir y para cantar las hazañas de sus caudillos; bendito la hora de descubrir en que ellos pretendan descubrir en el misterio de nuestras constelaciones australes y el poder telúrico de los astros la fortaleza y grandeza de nuestra raza, porque el poeta que es el vidente del futuro, podrá decir cuales son los destinos que la Divina Providencia depara a la Nación y servirá para levantar los espíritus argentinos en la realización de nobles acciones.


I

Alba de junio, alba inquieta
Del campo del Chamical.
Aprestos de guerra gaucha,
De gauchos del General;
MARTÍN GÜEMES se prepara
Para volver a luchar.
Sólo facones y lanzas
Va contando al revistar;
Dragones sin tercerolas
Los gauchos del General.
Por sierras de los Yacones
Se ha visto un raro brillar,
Pero en la clara mañana
GÜEMES tiene un solo afán:
Caminar hasta Humahuaca
Donde hay godos que matar.
Pero la suerte que dobla
Todo destino mortal,
Hacia Salta lo dirige
En un galope fatal
Oscura noche de junio
-Sube el silencio total –
Está la ciudad dormida
Bajo la noche otoñal.
Pero cascos de caballos
Con nervioso repicar
Hacen que estalle en añicos
El silencio de cristal.
Hasta casa paterna
Ha llegado el General,
Sorpresa de la Machaca,
Sorpresa al verlo llegar
-la traición audaz lo trae
Del Campo del Chamical -.
Sus cincuenta hombres de escolta
Se aprestan a patrullar,
Pero en la noche emboscada
La suerte está echada ya.
La muerte aposta partidas
Para salirlo a cazar.
La noche es un alarido
Con resplandor infernal.
(Cada calle es una boca
Que va al infierno
Quer va al infierno a parar).
Monta GÜEMES el “oscuro”
Y sin mucho vacilar,
Por la calle de su muerte
Lanza el bruto a galopar.
Abren su flor los fusiles
-Flores de fuego fatal –
Mientras la escolta galopa
Detrás de su General.
Roja flor se abre en el pecho,
Flor de la bala mortal,
Y se quiebra en el jinete
El galope vertical.

Ha comenzado el calvario
De GÜEMES EL INMORTAL.

II

Selva de Salta guerrera,
Selva que ha visto crecer
Ese ardor de hacer la Patria
Y el coraje de ese hacer;
A tu seno viene herido
Quien te supo defender
Y es la hora de que pagues
Lo que le debes a él.
El Héroe de Cuesta Nueva
Viene desangrándose,
Sobre el “oscuro tapado”
No se puede sostener.
Hay que hacer alto de a pie
Y dos estacas y un poncho
Son de su cuerpo sostén.
Mana la sangre ligera,
No la pueden contener
-Rebelde como su dueño
Ella es rebelde también -.
En encarnado lebrel,
Corre el río de su sangre
Hacia el mar del no volver.
Días de fiebre y de marcha
De delirio y lucidez,
De los labios del herido
Bota un nombre de mujer:
CARMEN, su esposa lejana,
Entraña de su querer,
En cuyos ojos azules
Ya no ha de volverse a ver.
Hay en su luz y en su noche
Un triple resplandecer:
CARMEN, la PATRIA y su SALTA
-De las tres era sostén –
Ahora quedan libradas
A DIOS, que vela por él.

De la selva brota un viento,
Viento que lleva a través
De todo el campo de Salta
Los nombres de ESE QUERER,
De labios de MARTÍN GÜEMES
Que muere de muerte cruel.

III

Chamical, campo de GÜEMES,
Muda tu verde en sufrir,
Mira que a tu tierra gaucha
Viene tu dueño a morir.
Hay un silencio tan hondo
Que se lo oye latir:
Es el silencio del duelo
De su ejército cerril.
Duelo que pone en las almas
Tal amargura viril,
Que las lágrimas en los ojos
Que nunca vieron salir.
Y un odio torvo les crece
Al lado de su sentir.
Gauchos, dragones de GÜEMES,
Vuestro Caudillo está allí
En su carpa de agonía
Junto al silente cebil.
Velad por las duras horas
Que le quedan por vivir.
VIDT, MOLLINEDO, GORRITI,
Vosotros que estáis aquí,
Junto a su fiebre y su sueño,
Viendo como llega el fin.
Aplacadle en su delirio,
Juradle que ha de seguir
La lucha como hasta entonces,
Como si estuviera allí
Y velad las duras horas
Que le quedan por vivir.

IV

Desfilar de los recuerdos
En confusa procesión
-Que hace balance la muerte
Con el último estertor -.
Así pasa, MARTÍN GÜEMES,
Delante de tu dolor
El gran río de tu vida
-Correntada del valor-
Allá el fragor del combate:
La costa, el humo, el cañón,
Y la goleta “Justina”
Que tu caballo abordó.
Allá el valle de Suipacha
Donde la Patria triunfó,
Gracias a tus escuadrones
Que tu pericia guió.
Dolores del año veinte,
Tozudez del español
Doblada por tus dragones,
Que a Humahuaca van en pos
Del ejército realista
Que va sembrando el dolor.

¡Ay! ¡Y la dicha preciada
Que CARMEN PUCH te brindo
En fruto de tres varones
Como su padre, varón!
¡Ay!, qué cerca está la muerte
Y qué lejos se quedó,
En Miraflores tu esposa
Y los hijos de tu amor!
Pero una niebla de fiebre
Ya lo envuelve en su sopor
Y le despierta del sueño
Acalorado rumor:
Dos enviados de los godos
Traen la proposición
De honores, fortuna y mando
Al bravo Gobernador.

GÜEMES levanta con fuerza
Su cansado corazón,
Y a VIDT le dice, sereno,
Con pausada entonación:
-Juradme por esa espada,
Que es prenda de tu valor,
Seguir firme en esta guerra
Por nuestra liberación.
-Y si alguna vez la rindes,
Sea tan sólo ante DIOS,
Cuando te llame a la gloria
Para juzgar de tu honor.
Más que la boca es el alma
Que dice: - Lo juro yo.
Y salen los emisarios
Contritos de admiración.

MARTÍN GÜEMES mira el cielo
De Salta que tanto amó:
Aquí se queda la tierra
Que con su sangre regó;
Aquí se queda su nombre,
En voz del viento loor;
Su alma en las lanzas enhiestas
De su esforzado escuadrón;
Su recuerdo en los Dragones
Que seguirán su misión.

Desde lo alto los comanda
La voz de GÜEMES y DIOS.

MARTÍN GÜEMES ha cumplido:
SEGÚN SU VIVIR, MURIÓ.

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